¿Con sed?

En el Medio Oriente, a 422 metros bajo el nivel del mar y como un importante accidente geográfico de Israel, encontramos el Mar Muerto.

En realidad, no es un mar, es un lago, y su nombre se debe a dos grandes realidades. La primera es que no produce ni alberga ningún tipo de vida, esto se debe a que es ocho veces más salado que el mar. La segunda es porque solo recibe agua, pero no da.

Este lago podría ser la triste descripción de la vida espiritual de algunos, solo reciben y no dan, están “casi muertos”.

En contraste, el versículo de hoy nos habla de una fuente que fluye generosamente en aquellos que desarrollan una relación vital con Jesús.

¿Te sientes infructífero?
¿Algo impide que tu fe dé frutos?
¿Algo está deteniendo las corrientes de agua viva?


Punto de acción

Toma hoy la decisión de fluir, no como una bendición que pasas a otros, ni tampoco una experiencia que compartes con otros, sino un río que fluye de manera continua a través de ti.

Mantente unido a la Fuente, cuidando bien tu fe y tu relación con Jesucristo, y habrá un continuo fluir para otras vidas, sin ninguna sequedad ni falta de vida.

«El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él;»
Juan 7:38-39