Confiando en Dios

¿Alguna vez te has sentido abandonado por personas en quienes confiabas?

El abandono paterno y el desamparo producto de la fragmentación familiar son heridas comunes en el contexto latinoamericano. Nos acostumbramos a una cultura de despojo, donde el más fuerte abusa del débil sin que nadie lo impida. Por eso, cuando la Palabra de Dios declara: «...porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.», confronta nuestra realidad personal.

Tal vez en este punto de la meditación te estés preguntando: ¿Y por qué tengo que buscar a Dios? ¿Por qué no me busca Él a mí?

El siguiente pasaje explica el porqué: «Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que el malvado abandone su camino y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia.» Isaías 55:6-7 (NVI)

Dios espera que lo busques, porque Él ya tomó la iniciativa de buscarte y espera que respondas a Su llamado.

Buscar a Dios significa estar dispuesto a realizar cambios en tu vida que demuestren un deseo de transformación: "Que el malvado abandone su camino y el perverso sus pensamientos."

Punto de acción

«Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes, ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá mis propósitos.» Isaías 55:8-11 (NVI)



Lectura bíblica recomendada: Salmos 9 (RVR60)