EL REGALO PERFECTO
- santiago 1:17 (NTV)
« Tal como me lo imaginaba! » gritó el niño, justo al abrir su regalo, no se sabía quién estaba más emocionado si el niño o el padre al ver su rostro emocionado.
Hay regalos de todo tipo, precio y tamaño, pero la verdad no hay nada mejor que recibir un regalo esperado.
En esta época los almacenes saben muy bien que has trabajado todo el año para gastar tu dinero lo más pronto posible en regalos y celebraciones, con la mayoría de los obsequios desearás satisfacer las necesidades físicas (Ropa, calzado, cremas, etc) otros las necesidades del alma (libros, juegos, dispositivos, etc), pero: ¿qué regalamos a nuestros hijos o seres amados para satisfacer el espíritu?
Lo difícil es que este tipo de regalos, los espirituales, no se pueden comprar y mucho menos vender, ¿cómo podrías regalar paz, humildad o dominio propio? La respuesta está en ir a la fuente que sacia.
«Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”» Mateo 19:14 (NVI) Imagina que eres un niño nuevamente y que le pides a tu Padre celestial tu regalo espiritual, y con fe gritas: “Esto es justo lo que quería!”. Tu padre celestial se “emociona” y dice: “por fin vas a la fuente que sacia”.
Punto de acción:
No te afanes tanto por los regalos terrenales, regala tiempos con Dios, este mes consigue tarjeticas de promesas y colócalas sobre el comedor, cada vez que se sienten a la mesa toma una y has un ejercicio de memorización y reflexión, has que tus hijos, cónyuge y familiares, reconozcan cual es la fuente que sacia totalmente su ser. “El regalo más grande que un hombre puede dejar a sus hijos es un conocimiento íntimo de Dios”
Lectura bíblica necesaria:
Lucas 15 (LBLA) Hay regalos de todo tipo, precio y tamaño, pero la verdad no hay nada mejor que recibir un regalo esperado.
En esta época los almacenes saben muy bien que has trabajado todo el año para gastar tu dinero lo más pronto posible en regalos y celebraciones, con la mayoría de los obsequios desearás satisfacer las necesidades físicas (Ropa, calzado, cremas, etc) otros las necesidades del alma (libros, juegos, dispositivos, etc), pero: ¿qué regalamos a nuestros hijos o seres amados para satisfacer el espíritu?
Lo difícil es que este tipo de regalos, los espirituales, no se pueden comprar y mucho menos vender, ¿cómo podrías regalar paz, humildad o dominio propio? La respuesta está en ir a la fuente que sacia.
«Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”» Mateo 19:14 (NVI) Imagina que eres un niño nuevamente y que le pides a tu Padre celestial tu regalo espiritual, y con fe gritas: “Esto es justo lo que quería!”. Tu padre celestial se “emociona” y dice: “por fin vas a la fuente que sacia”.
Punto de acción:
No te afanes tanto por los regalos terrenales, regala tiempos con Dios, este mes consigue tarjeticas de promesas y colócalas sobre el comedor, cada vez que se sienten a la mesa toma una y has un ejercicio de memorización y reflexión, has que tus hijos, cónyuge y familiares, reconozcan cual es la fuente que sacia totalmente su ser. “El regalo más grande que un hombre puede dejar a sus hijos es un conocimiento íntimo de Dios”