Oct08
Llamamiento
Mes // Octubre 2024
► Jueces 4:4
El libro de los Jueces fue escrito en medio de un contexto donde el pueblo de Israel hacía lo que bien le parecía. Fue un período marcado por la desobediencia y la rebeldía al llamado de Dios. El corazón del pueblo de Dios comenzó a enfriarse y se permeó del pecado de los cananeos. Los cananeos, por su parte, fueron un pueblo que dejó su huella en la historia con un estilo de vida marcado por la idolatría y la impiedad, características que definieron cada una de sus generaciones.
La desobediencia del pueblo los llevó a ser cautivos del rey de Canaán y a sufrir la opresión del capitán de su ejército, Sísara. Jueces 4:2 nos muestra la gracia y la misericordia de Dios, así como un pueblo que clama a Jehová. Lo que más me impresiona es que pasaron 20 años bajo una cruel opresión. No puedo imaginar el profundo dolor que experimentaron debido a su desobediencia y rebeldía, y cómo fue posible que tardaran tanto tiempo en clamar a Dios.
Jueces nos exhorta como creyentes; es un llamado claro a escoger la vida de servicio a Dios que queremos llevar: una vida de dependencia de Dios o una vida marcada por la indiferencia, la autosuficiencia y la dureza del corazón.
Jeremías 1:5 «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué; te di por profeta a las naciones» (RV60). Me encanta pensar que somos escogidos y diseñados con propósito dentro del cuerpo de Cristo. Cada uno de nosotros que hemos recibido al Señor como Señor y Salvador de nuestras vidas, hemos recibido una llamada especial para el servicio en el reino de los cielos.
Jueces 4 nos deja ver tres personas: Débora, Barac y Jael, y el rol que cumplen en el cumplimiento del propósito de Dios para el pueblo de Israel.
Débora, la primera de ellas, era profetisa. Ella marcó la diferencia en medio de la idolatría del pueblo al decidir depender de Dios y obedecer su voluntad, como lo demuestra al entregar el mensaje del Señor. Para cumplir con la tarea encomendada, era necesario escuchar Su voz, y Débora lo hizo en medio de la idolatría del pueblo que hacía lo malo ante los ojos de Jehová. Fue una mujer que se sujetó al Señor y obedeció, aunque los demás no quisieran escuchar. Tenía claro que la victoria y la justicia no eran del hombre, sino del Señor, y que el tiempo no era humano, sino de Dios.
Por otra parte, tenemos a Barac. Dios le había dado una instrucción que él no había cumplido. Una vez más, vemos cómo en esta época cada uno hacía lo que le parecía, mostrando una constante negativa a hacer la voluntad de Dios. Al escuchar el mensaje de Débora, Barac condiciona su cumplimiento a que ella lo acompañe. Vemos así a un hombre cuya dependencia no estaba en el Señor, sino que su seguridad se sustentaba en la compañía humana.
En tercer lugar, tenemos a Jael. Débora había profetizado que no sería Barac quien destruiría a Sísara, sino una mujer. Aunque Jael fue un instrumento dentro de los planes de Dios para derrotar a Sísara, hubo aspectos del proceso que no eran la voluntad de Dios, como el engaño. La mentira no proviene del Señor; Dios no utiliza nada vil para cumplir Su palabra. En el caso de Sísara, vemos cómo le pide a Jael que mienta, lo que nos lleva a reflexionar sobre cómo decir mentiras es un hábito que acompaña a un corazón endurecido y desobediente.
Finalmente, vemos cómo el Señor derrota al rey de Canaán y le da la victoria al pueblo de Israel.
De este capítulo concluyo varias cosas con respecto al servicio y a la dependencia absoluta de Dios:
- - Aunque vivimos en un mundo donde la gente hace lo que quiere, podemos hacer la diferencia y llevar una vida de dependencia y obediencia a Dios.
- - Siempre existirá la opción de escoger entre servir a Dios o vivir bajo los estándares de la sociedad. Dios nos dotó de libre albedrío. Recuerda el Salmo 84:10: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de la maldad” (RV60).
- - Vivimos una época donde muchos no quieren escuchar de Dios, pero tú y yo debemos testificar todos los días a través de nuestra vida de Su grandeza y soberanía.
- - Es importante quitar todo aquello que nos esté contaminando en este tiempo.
- - Debemos hacer la tarea que nos encomendó el Señor con misericordia y amor, como Jesús lo hizo con nosotros. Nadie puede hacer por ti la tarea. No subestimes tu función en el cuerpo de Cristo.
- - Muchas veces no vemos el fruto del servicio o sentimos que otros sí lo logran y nosotros no; tu trabajo para el reino no ha sido en vano. ¡No te rindas!
- - Si bien somos instrumentos para acompañar a otros en la batalla, nuestra tarea es llevarlos a la dependencia absoluta en el Señor. - Los procesos y los tiempos de Dios son perfectos.
- - La fe no puede estar determinada por la ocurrencia de milagros ni puede ser estática.
- - Nuestro servicio es un instrumento para levantar la fe de otros.
- - Estamos llamados a ser fieles al llamado que hemos recibido de parte de Dios.
- - La estrategia y la victoria vienen del Señor. 1 Samuel 17:45-47 No hay un solo ejército que pueda vencer los planes de Dios.
Señor, hoy vengo a darte las gracias por escogernos para esta temporada. Vístenos todos los días de un corazón valiente que anhele ser obediente a la tarea que nos has encomendado. Te pido que quites todo temor en nuestra vida que impide que sirvamos a tu reino con libertad y con gozo. Muéstranos cómo podemos hacer la diferencia y revístenos de todo aquello que necesitamos para cumplir nuestro propósito como miembros del cuerpo de Cristo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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Kelly puello
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