Misericordia con mi pobre hermano

La mentalidad religiosa se opone ferozmente al ministerio de Jesús que, aunque los de Su tiempo encarnaban e ilustraban las escrituras, no tenían atención por el otro, su hermano. Jesús tuvo un ministerio integral, en el cual las necesidades mentales, espirituales, sociales y físicas del ser humano eran aliviadas con amor. Un ministerio que mostraba la verdadera práctica del amor al prójimo. Esta es una explicación real al ministerio de la misericordia, no entendiendo solo la ayuda material ni a cualquier persona.

Misericordia es el amor y la compasión que Dios muestra hacia el pecador (Lucas 1:50 y 54) y es lo que los seres humanos imploran de Dios (Lucas 18:38-39), cuando andamos como Él anduvo debe ser nuestra manifestación en las relaciones entre hermanos, en la iglesia o comunidad cristiana donde Dios nos ha colocado.

Literalmente la palabra POBRE quiere decir “Necesitado de algún bien”, como en el ministerio integral de Jesús debe ser una marca especial y particular a quienes trabajamos en un movimiento espiritual y de características multiplicadoras, porque encontramos hermanos pobres de disciplina, de corrección, de dirección o enseñanza respecto de un proceder particular. Tienen evidentemente necesidad de ser encaminados … y ¿de qué manera lo haremos?

• - Dedicar tiempo a interesarnos por ellos, sean simpatizantes o miembros comprometidos, todos hermanos, connotación preciosa propia de la iglesia, pues bíblicamente somos hijos del mismo Padre y por Jesús, hermanos entre sí.
• - Sentirnos responsables los unos de los otros, ya que como en la familia natural los hijos del mismo padre disfrutan obviamente de los mismos privilegios y no dejan de vivir las mismas experiencias sean éstas buenas o difíciles.
• - Cuidar los lazos que hacen que unos y otros permanezcamos unidos y por supuesto dependiendo de la ayuda mutua que da la esperanza en la salida y la dicha de la victoria.

No es lo correcto precisamente fruto de una mentalidad religiosa que impide el ejercicio de la misericordia, del que yo llamo “la capacidad de meterse en los zapatos del otro”, ya que desde este punto de vista todos estamos en proceso de entrenamiento o tal vez de crecimiento, pero nunca perfectos como para pensarse libre de tales dificultades.

Conscientes de nuestra propia tendencia a caer debemos aprender a mostrar compasión, misericordia, (entiéndase benevolencia al juzgar a alguien por sus faltas o errores), no ira. Nadie opinaría que ejercer este requisito divino en la iglesia, es cosa fácil, pero Jesús prometió Su presencia y poder todos los días hasta el fin del mundo, prometió la sabiduría aún al responder y dar los pasos apropiados en cada situación, lo más importante es estar decidido a representarle en la congregación como Él se lo merece.

Punto de acción:

El ejercicio de Efesios 4:32 a ser benignos, misericordiosos, con nuestros hermanos nos permitirá demostrar el carácter amoroso de Dios aún en la disciplina y corrección. Puedes hacerlo a partir de ahora.