Skip to main content
Feb07

Morar en su casa

Mes // Febrero

Morar en su casa
«Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.»
► Salmo 27:4

El rey David tenía por cierto que su acostumbrada y excelente comunión con Dios requería de unas características muy importantes:

1. Morar: Es decir, permanecer, asentarse, vivir. El deseo de David era tener comunión permanente con su Dios.

En Lucas 2:35-37 se nos habla de una mujer de avanzada edad, profetisa, llamada Ana, viuda, que no se apartaba del templo sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Este es un muy buen ejemplo para nuestras vidas.

También, en Lucas 24:52-53, se nos enseña que los discípulos, después de la resurrección, «volvieron a Jerusalén con gran gozo y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios».

Por esta razón, San Agustín los llamaba «hormigas de Dios».

2. Casa, templo: También podemos hablar de tabernáculo o tienda de campaña, como lo hiciera otrora el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento. Hoy hablamos de iglesia y de nuestro corazón. Lo importante es encontrar ese lugar, el de los tesoros que Él tiene para nuestra comunión íntima. Es el lugar donde encontramos a Dios, le buscamos y nos recibe para escuchar nuestras peticiones, conocer secretos y, sobre todo, despedirnos con bendiciones a granel.

3. Contemplar: Ver la hermosura, la belleza del Señor, que no se ve (Éxodo 23:18-20), sino que se revela (Isaías 6:1-2). El estudio de la teología de este término nos dice que se transfiere a un disfrute, ya que Dios no tiene imagen y la manifestación de Su presencia es Su gloria, una inefable experiencia de Dios.

4. Inquirir: Es entrar, buscar con ansias, encontrar lo buscado. Tener noticias de una cosa. No una parte del todo, sino el todo profundamente. Ese era el anhelo de David: entrar, habitar y desear morar en la presencia de Dios, porque sabía que los rasgos de este divino hallazgo no son engañosos, no son pasajeros ni se desvanecen, nunca pierden su poder ni decepcionan a quien los halla.

No pudo tener David un anhelo más grande y maravilloso… anhelar estar en la presencia de su amado Dios, morar, verlo en toda Su hermosura y majestad, contemplarlo en espíritu y verdad. Este anhelo suyo es digno de imitar de generación en generación.

Punto de acción:

¡Qué cosa maravillosa tenemos a nuestra disposición: entrar a la Casa de Papá para ver Su hermosura y majestad! Este es el gran día, como lo fue para David.

Lectura bíblica necesaria: 1 Reyes 8(DHH)

Leave a comment

You are commenting as guest. Optional login below.