Nuestra responsabilidad

Dios es soberano y no hay ninguno como Él.

Es Todopoderoso, cuya gloria llena el universo. Sin embargo, en medio de este grandioso himno, David asevera que, aunque el reino es de Dios (vs. 11), Él provee recursos que deben ser administrados por los seres humanos (vs. 14):

«¿Quién soy yo o quién es mi pueblo para hacerte estas ofrendas? En realidad, todo viene de ti y simplemente te estamos dando de lo que hemos recibido de ti. Porque ante ti no somos más que inmigrantes; viajeros temporales igual que lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días en la tierra sólo son sombra sin esperanza.» 1 Crónicas 29:14-15 (PDT)

Aunque Dios es la fuente de toda vida y poder, Él ha delegado la mayordomía y administración de los asuntos terrenales a la humanidad. Cuando Dios habla de Su soberanía, también habla de la responsabilidad humana, así como de la obediencia o desobediencia a Su voluntad.

Por ejemplo, no es la voluntad de Dios el mal uso de los recursos naturales, el maltrato a las familias, el engaño en la política y otras cosas semejantes. Somos responsables de los problemas terrenales y también responsables de solucionarlos. El asunto es que, para poder solucionar los problemas que nosotros mismos hemos causado, necesitamos de la sabiduría de Dios, de Su poder y de Sus recursos.

Punto de acción

«Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.» Romanos 8:19 (RVR60)

Si vives creyendo que Él es el dueño de todo, no tendrás ningún problema en colocar cualquier bien de esta tierra al servicio de Él, para luego recoger tesoros en Su reino.

Lectura bíblica necesaria: 1 Crónicas 29:10-20 (TLA)