VER MÁS REFLEXIONES DIARIAS
Feb12
Poco es mucho
Mes // Febrero

► Lucas 6:38 (RV)
¡Es una de las leyes de la reciprocidad! ¡Recibes lo que das! ¡Cosechas lo que siembras! La forma más sencilla de hacerlo es convertirlo en una prioridad. Sí … ¡incluso una prioridad más alta que el dinero, las posesiones, las propias prioridades!
La referencia personal que debemos tener de la provisión de Dios es que no depende de nosotros, de lo que tengamos o produzcamos. Tenemos porque Dios toma lo que voluntariamente le entregamos y lo multiplica.
¡¡¡No importa lo que tengas, Dios espera tu actitud, para verlo convertido en mucho!!! ¿Cómo podrá ser? Hay un secreto: Todo lo que tú le des a Dios, Él lo devolverá multiplicado.
Si le das a Dios tu tiempo, Él lo multiplicará. Si le das tu dinero o energía, Él multiplicará también eso. Dar a Dios de lo que tenemos, es como plantar semillas.
Los granjeros saben que las semillas deben ser sacrificadas al ser enterradas en la tierra; deben dejar todo para bien. Si conservas una semilla en un costal, no hará nada, pero si la plantas, se multiplicará. Por ejemplo, cuando el agricultor planta su semilla de fríjol, no planta cualquiera, ni una sola, planta la de mejor calidad, quizá de mucho valor y planta muchas porque quiere una cosecha grande y recoge mucho, a veces más de lo que esperaba. De la misma manera, Dios multiplica lo que le entregues.
¿Cuál es el ingrediente principal de este secreto en la siembra de la semilla? Fe, fe en Dios y en lo que ha prometido hacer con las semillas y con los dadores de ella.
La fe pide, confía, espera, sabe que recibirá, pero no negocia. La negociación es un pacto, convenio, trato que se hace entre dos partes que están en iguales circunstancias y pueden lograr el fin de dicha negociación. Con Dios no lo haremos, pues los pactos, convenios o tratos los hace Él con nosotros, no estamos en igualdad de condiciones, Él es Dios y nosotros Sus siervos. A veces las personas creen condicionar a Dios y decirle por ejemplo “Dios, ayúdame a cerrar este negocio y te daré parte de ello”, es necedad. Dios no trabaja de esa manera. Dios pide fe, pide que le des todo (tu corazón, tu tiempo, tu vida, tu dinero, tus intenciones porque Él es tu Dios). Él quiere que primero sea honrado por nuestras vidas de hijos y siervos, sin preocuparnos sobre si obtendremos algo a cambio; Él quiere que le permitamos decidir como recompensarnos.
Si todo es Suyo…lo que demos es poco, comparado con lo que recibimos.
Punto de acción:
La multiplicación de los panes y los peces es una buena referencia de la petición de Dios que demos, Jesús lo hizo a los discípulos. La actitud del dar (fue más la del muchacho). Jesús tenía un propósito al pedirlo: el amor por la gente y el resultado fue bendición para todos. ¿Y tú qué podrías hacer hoy, de esta manera?
Lectura bíblica necesaria: Juan 6 (NVI)
La referencia personal que debemos tener de la provisión de Dios es que no depende de nosotros, de lo que tengamos o produzcamos. Tenemos porque Dios toma lo que voluntariamente le entregamos y lo multiplica.
¡¡¡No importa lo que tengas, Dios espera tu actitud, para verlo convertido en mucho!!! ¿Cómo podrá ser? Hay un secreto: Todo lo que tú le des a Dios, Él lo devolverá multiplicado.
Si le das a Dios tu tiempo, Él lo multiplicará. Si le das tu dinero o energía, Él multiplicará también eso. Dar a Dios de lo que tenemos, es como plantar semillas.
Los granjeros saben que las semillas deben ser sacrificadas al ser enterradas en la tierra; deben dejar todo para bien. Si conservas una semilla en un costal, no hará nada, pero si la plantas, se multiplicará. Por ejemplo, cuando el agricultor planta su semilla de fríjol, no planta cualquiera, ni una sola, planta la de mejor calidad, quizá de mucho valor y planta muchas porque quiere una cosecha grande y recoge mucho, a veces más de lo que esperaba. De la misma manera, Dios multiplica lo que le entregues.
¿Cuál es el ingrediente principal de este secreto en la siembra de la semilla? Fe, fe en Dios y en lo que ha prometido hacer con las semillas y con los dadores de ella.
La fe pide, confía, espera, sabe que recibirá, pero no negocia. La negociación es un pacto, convenio, trato que se hace entre dos partes que están en iguales circunstancias y pueden lograr el fin de dicha negociación. Con Dios no lo haremos, pues los pactos, convenios o tratos los hace Él con nosotros, no estamos en igualdad de condiciones, Él es Dios y nosotros Sus siervos. A veces las personas creen condicionar a Dios y decirle por ejemplo “Dios, ayúdame a cerrar este negocio y te daré parte de ello”, es necedad. Dios no trabaja de esa manera. Dios pide fe, pide que le des todo (tu corazón, tu tiempo, tu vida, tu dinero, tus intenciones porque Él es tu Dios). Él quiere que primero sea honrado por nuestras vidas de hijos y siervos, sin preocuparnos sobre si obtendremos algo a cambio; Él quiere que le permitamos decidir como recompensarnos.
Punto de acción:
La multiplicación de los panes y los peces es una buena referencia de la petición de Dios que demos, Jesús lo hizo a los discípulos. La actitud del dar (fue más la del muchacho). Jesús tenía un propósito al pedirlo: el amor por la gente y el resultado fue bendición para todos. ¿Y tú qué podrías hacer hoy, de esta manera?
Lectura bíblica necesaria: Juan 6 (NVI)
Autor: María Piedad Mesa

VER MÁS REFLEXIONES DIARIAS