Puertas abiertas

¿Has sentido alguna vez que todas las puertas se te cierran? O, ¿que tocas muchas pero ninguna se abre?

Y es que cuando comenzamos a experimentar estas situaciones, nuestra mente se centra en la necesidad o en nuestra falta de valía, y es ahí cuando comienza nuestra desesperación sin saber qué hacer al respecto. Como si se tratase de un eterno viernes negro, levantamos la mirada al cielo pensando que Dios también nos ha abandonado.

Esto le ocurre a muchos, independientemente del estilo de vida, nivel que se ocupe o los años de vida espiritual. Al manejar las áreas de nuestra vida con el afán que impone el mundo, podemos sentirnos perdidos en algunas de ellas, ya sea en el ámbito familiar, laboral, etc.

Un ejemplo de ello fue José, el hijo de Jacob, quien logró entender que los tiempos del Señor son mucho mejores que los nuestros, a pesar de vivir un mundo de puertas cerradas por varios años, Dios le tenía reservado un propósito mucho mejor. Llegar a ocupar un lugar no solo importante, sino también de bendición para él, su familia y para otros.

No te afanes si no logras rápidamente las cosas buenas que anhelas, Dios tiene preparado lo excelente para ti. Por eso, debemos tener un corazón dispuesto para el Señor, porque siempre tendrá una puerta abierta para nosotros.

«Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre.»
Apocalipsis 3:8
Punto de acción

Dios siempre tiene una puerta abierta, comencemos a entender sus propósitos y aceptemos su voluntad. Aún más allá de todo, somos sus hijos y siempre querrá lo mejor para nosotros, no sin antes formarnos para que aprendamos a apreciar todo lo bueno que Él nos entregará.

Pero recuerda quién es la verdadera puerta de la bendición para ti hoy: «Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.»
Juan 10:9-10 (NVI)