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Ene08

Verdugo

Mes // Enero

Verdugo
«pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.»
♦ 1 Juan 1:9(DHH)

Quizás las cosas más difíciles de enfrentar, para todo ser humano, son la vergüenza y la culpa. Esos sentimientos que turban nuestro ánimo por algún error que cometimos o por alguna humillación que otro nos hizo pasar. Dependiendo de lo que haya sucedido, la persona que los sufre podría pasar de tener el rostro colorado a afrontar una fuerte sensación de desánimo.

Muchas personas, al no poder lidiar con estos sentimientos, cargan con ellos durante mucho tiempo, reviviendo constantemente los momentos que los hicieron sentirse así. No son pocos los casos de quienes, por vergüenza o culpa, viven atrapados en un ciclo de autocrítica, lamentándose por decisiones pasadas o errores que no pueden deshacer. Este constante recordatorio de nuestras fallas puede afectar nuestras relaciones, nuestra confianza y nuestra capacidad de avanzar.

Estos verdugos nos van destruyendo en lo más profundo.
Tal vez es algo que nadie sabe, que sólo ocurre dentro de tu hogar, o quizás es algo público, pero lo cierto es que después de lo sucedido, tu vida nunca será la misma si decides cargar con esos sentimientos indefinidamente.

Pedro y Judas cometieron errores terribles, prácticamente al mismo tiempo. Uno entregó al Maestro por unas monedas y el otro lo negó. Lo que hizo Judas, sin duda, fue terrible, pero Pedro no se queda atrás. Jesús le había dicho que lo negaría antes de que cantara el gallo, y Pedro no lo negó una vez, sino tres. El hombre que había dicho que estaba dispuesto a ir hasta la muerte con Cristo lo había negado; una falta tan grave o mayor que la de Judas.

¿Imaginas el sentimiento de culpa y la vergüenza que debieron sentir ambos hombres?

Cuando comprometemos o traicionamos nuestros principios y creencias, un manto de vergüenza y culpa nubla nuestras vidas. Quizás copiaste en un examen, fuiste infiel a tu cónyuge, engañaste a tus jefes, abusaste de la confianza de tus padres, traicionaste a un amigo, o cualquier otra cosa. Haya salido a la luz o quedado en la intimidad, tu falta puede estar cargándote de una manera que te impide vivir plenamente.

Pero el final de la historia depende de ti. Puedes escoger seguir cargando con esas emociones o arrodillarte a los pies del madero del que colgó el Hombre que pagó por tus culpas.

Punto de acción

No permitas que la vergüenza y la culpa controlen tu vida. Como seres humanos, somos expertos en recordar nuestras faltas, en culparnos, en revivir los momentos que nos duelen, en permitir que la vergüenza nos atormente una y otra vez. Sin importar si tú cometiste la falta o si alguien te hizo daño, hay alguien que te ofrece perdón y que ha decidido no recordar tus faltas. Él te espera con los brazos abiertos, ofreciéndote comenzar de nuevo tu historia, dejando atrás aquello que te avergüenza.

Que tus verdugos no te nublen la vista. No permitas que te impidan ver la posibilidad de un futuro libre de cargas innecesarias. Con seguridad podemos decir que, si decides dejar esas emociones a un lado, encontrarás un camino lleno de gracia, amor y compasión mucho más grande de lo que podamos comprender.

Lectura bíblica necesaria: 1 Juan 1:5-10 (DHH)

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