Audífono roto

Hace algún tiempo el altavoz de la computadora se dañó y se oía súper mal, se oía distorsionado y en verdad los sonidos que salían por ahí más bien lastimaban los oídos; no es que el sonido fuera malo, es que los altavoces se habían dañado y no se entendía lo que sonaba.

Debido a que en estos tiempos las reuniones virtuales se han convertido en una realidad cotidiana no podía dejar de “escuchar” a mi computadora.

¡Necesita una solución urgente! Así que fui a una tienda y compré unos audífonos baratos que a los días también resultaron rotos, especialmente porque había varias personas en casa usándolos.

Finalmente, logre conseguir un par de buenos audífonos con micrófono incluido y fue una gran diferencia. No solo escuchaba claro y bien, sino que también me escuchaban bien. ¡Ese par de audífonos hizo la diferencia!

Eso me hizo pensar que así nos pasa con Dios, tenemos los audífonos rotos para escucharlo.

El pecado ha distorsionado la comunicación que tenemos con Él y a veces hasta nos hace doler el alma o nos ofende lo que pensamos que nos está diciendo, pero en realidad es que la comunicación está rota.

Con nuestros propios esfuerzos tratamos de reparar la relación con Dios con audífonos baratos, con nuestras buenas obras o con acciones que más que acercarnos a Él, muchas veces nos lastiman y alejan más.

Gracias a Dios porque Él nos dio el “audífono” adecuado para escucharlo porque, aunque es impagable, Él nos lo dio de manera gratuita, Solo debemos conectarlo y ponerlo, no en nuestros oídos sino, en nuestro corazón.
Esa conexión especial y profunda con Dios la logramos a través de Jesús.

Él es el que transmite esos mensajes a nuestra alma y quien nos da propósito y significado.

Punto de acción

Hoy, cuando te pongas unos audífonos recuerda conectarte con Dios y escucharlo claramente a través de Jesucristo. Conéctate con Él al leer su palabra y escucha esos mensajes que antes no podías recibir claramente.

Lectura bíblica necesaria: Hebreos 3:7-19 (RVR60)