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Oct07

Deseos

Mes // Octubre

Deseos
«Mas Jehová dijo a David mi padre: Respecto a haber tenido en tu corazón deseo de edificar casa a mi nombre,bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón.»
► 2 Crónicas. 6:8(RVR60)

Deseo: Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo.

Todos tenemos deseos, o anhelos. Estos están orientados según el carácter y personalidad de cada quien; la familia, así como la cultura, también orientan nuestros deseos.

En el creyente, el deseo de cada quien varía —aparte de lo que ya se dijo— de acuerdo al nivel espiritual, así como del conocimiento bíblico que se tenga. Dicho en otra forma, quien es maduro espiritualmente y quiere hacer la voluntad de Dios para su vida, canaliza sus deseos, y los orienta de acuerdo a esa voluntad; Reconoce que no siempre será voluntad de Dios concederlos, pues Él es Soberano, y, al final, es Quien decide lo que nos da, y si nos conviene o no. De todas maneras, la madurez espiritual nos ayuda a esperar en Dios, si quizás, en Su sabiduría, nos demora o niega los deseos de nuestros corazones.

No importa cuál sea tu deseo, si de carácter material, moral o espiritual —casarte, terminar una carrera, avanzar en el ministerio, obtener una casa, bienestar financiero o familiar— Dios tiene principios establecidos que se deben observar para recibir de Él la respuesta. La Biblia dice que tenemos que andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. Si andamos en el Espíritu, somos dirigidos por Él, y nuestros deseos –emocionales, ministeriales, profesionales, etc- no estarán orientados hacia intereses meramente egoístas (que pueden convertirnos en insensibles, avaros, egoístas, carnales, etc.), sino que estarán orientados a honrar a Dios, glorificarlo, crecer en Él y expandir Su reino.

¡Qué alegría es ver nuestros deseos cumplidos! Como dice Proverbios. 13:12,19:«Árbol de vida es el deseo cumplido. El deseo cumplido regocija el alma.»

Punto de acción:

Evaluemos qué tan conveniente es un deseo —tanto para uno como para Dios— y entonces mantengámoslo vivo o descartémoslo.

Hagamos como el Salmista: «Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto» (Salmo. 38:9). El rey David, sabiendo el gozo que trae el deseo cumplido, desea que Dios: «Te conceda el deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos» Salmo 20:4

Y entonces celebraremos como David: «Me has concedido el deseo de mi corazón, y no me negaste la petición de mis labios» (21.2).

Lectura bíblica necesaria: 2 Crónicas 6(RVR60)