[widgetkit id="2"]
Mar17
El carácter es riqueza
Mes // Marzo
UN LEGADO PARA MI FAMILIA (PARTE iV)
► 1 Reyes 8:57 (RVR-60)
Cada uno de nosotros debemos saber que una de las responsabilidades después de responder la pregunta ¿para qué estoy aquí en la tierra?, es la de tener siempre presente que no pasamos la vida simplemente como cualquier otro ser vivo. A nosotros, nos fue dada la imagen y la semejanza de Dios en nuestra persona, y se nos ha pedido ser trascendentes y esto incluye la posterioridad. Y viene la pregunta:
Cuando ya no estés en esta tierra, ¿cómo te recordarán?
A través de esta serie, te invito a reconocer la gran responsabilidad que tenemos con nuestra familia, seamos padres-hermanos o esposo(a)-hijos.
La familia que necesitamos
«Dios hace habitar en familia a los desamparados»
Salmo 68:6 a
El carácter maduro es la mayor riqueza que se exhibe al llegar a la edad adulta y lo más especial es que, habiendo Dios formado en el vientre de la madre los integrantes de la familia, la formación del carácter quedó a responsabilidad de los adultos con quienes se vive, quizá específicamente de los padres.
Cuando pienso en esta verdad tan determinante para el futuro y el éxito de cada persona, recuerdo el ejemplo de la Escritura respecto del joven Timoteo, que según el relato del apóstol Pablo, su mentor desde muy joven, era tímido, necesitaba aliento y era débil, pero que la dirección de su madre y abuela, dieron la bases para llegar al ministerio (Hechos 16:1); se concentraron en enseñarle la Palabra de Dios y acerca de la salvación (2 Timoteo 1:5 y 3:15) y el fruto fue maravilloso:
Pelearla con la victoria asegurada por Jesucristo nuestro Señor (1 Timoteo 6:12), por lo cual lo hizo partícipe en las aflicciones por el evangelio (2 Timoteo 1:18). Además declaró de él que había recibido y continuado sus enseñanzas ministeriales (2 Timoteo 3:10–11a).
Punto acción:
[widgetkit id="10"]
La formación del carácter toma hoy la prioridad. ¿Qué harás por ello? Y ¿A quién le ayudarás para que lo logre?
María Piedad Mesa de E.
Cuando ya no estés en esta tierra, ¿cómo te recordarán?
A través de esta serie, te invito a reconocer la gran responsabilidad que tenemos con nuestra familia, seamos padres-hermanos o esposo(a)-hijos.
«Dios hace habitar en familia a los desamparados»
Salmo 68:6 a
El carácter maduro es la mayor riqueza que se exhibe al llegar a la edad adulta y lo más especial es que, habiendo Dios formado en el vientre de la madre los integrantes de la familia, la formación del carácter quedó a responsabilidad de los adultos con quienes se vive, quizá específicamente de los padres.
Cuando pienso en esta verdad tan determinante para el futuro y el éxito de cada persona, recuerdo el ejemplo de la Escritura respecto del joven Timoteo, que según el relato del apóstol Pablo, su mentor desde muy joven, era tímido, necesitaba aliento y era débil, pero que la dirección de su madre y abuela, dieron la bases para llegar al ministerio (Hechos 16:1); se concentraron en enseñarle la Palabra de Dios y acerca de la salvación (2 Timoteo 1:5 y 3:15) y el fruto fue maravilloso:
- Llegó a ser un fiel obediente y colaborador de Pablo (1 Tesalonicenses 3:2), hasta ser llamado hijo en la fe (1 Timoteo 1:2)
- Ofrecido como ejemplo a los jóvenes como él en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:12),
- Llegó a ser coescritor – obispo (Colosenses 1:1),
Pelearla con la victoria asegurada por Jesucristo nuestro Señor (1 Timoteo 6:12), por lo cual lo hizo partícipe en las aflicciones por el evangelio (2 Timoteo 1:18). Además declaró de él que había recibido y continuado sus enseñanzas ministeriales (2 Timoteo 3:10–11a).
Punto acción:
La formación del carácter toma hoy la prioridad. ¿Qué harás por ello? Y ¿A quién le ayudarás para que lo logre?
Lectura bíblica necesaria: 2 Timoteo 2 (RVR60)