Skip to main content
Sep09

Espíritu sin engaño

Mes // Septiembre

Espíritu sin engaño
« Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.»
►Juan 1:47(RVR60)

El corazón perdonado, libre de culpa, es un corazón como el de un niño, sincero, veraz, sensible, es un corazón honesto en todo respecto a Dios, a sí mismo y a su pecado.

Lo contrario de todo esto sería un corazón con hipocresía y autoengaño que se manifiesta con mentira, traición, disimulo. La verdad es que todas estas expresiones no dejan vivir la paz real que produce el saberse perdonado por Dios, y que en cambio produce una sensación de temor y vergüenza.

El salmo 32:2 dice acerca de ello: «Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño» aclarando la razón por la cual Jesús en la porción que nos ocupa dijo de Natanael que, por esa característica, podía decir que era un verdadero israelita. Llama la atención encontrar esta declaración ya que Jesús pocas veces resaltó algo como esto con quienes se relacionó, en cambio habló de hipócritas, sepulcros blanqueados, hijos del diablo (por la mentira) y aquí exalta el carácter de un hombre que se diferenciaba de muchos otros por no tener engaño.

La sinceridad es una cualidad indispensable para acceder a la misericordia perdonadora, en cambio el único obstáculo para recibirla sería un corazón hipócrita, falso y engañoso que cerrarían esa maravillosa puerta.

Esto no habla de perfección, nos habla mejor del conocimiento de la condición humana pecadora y el regalo de Dios: perdón total.

De la misma manera, el apóstol Pedro en su 1ª. Carta, versículo 22 nos colocó a Jesús como nuestro mayor ejemplo:

«el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca»


A más del silencio en medio del sufrimiento, no hubo ninguna falsedad en su doctrina. Como Él dijo de Natanael, podemos decirlo nosotros: Jesús era un israelita en todo, en el sentido completo de la frase.

Esto debe sernos ejemplo, ya que Cristo no sufrió por sí mismo, ni por los pecados de los suyos, sino por los pecados de los demás, para que, valorando el perdón del Padre a través de Jesús, podamos presentarnos con un corazón y una boca “sin engaño”.

Punto de acción:

Corazón sin engaño, boca sin engaño. Entonces, ¿cuánto debemos convertirnos en hombres y mujeres que, por el valor del perdón de nuestros pecados, debemos anhelar presentarnos con sinceridad y honestidad delante de Dios?

Lectura bíblica necesaria: 1 Pedro 2:17-25 (RVR60)