Mis batallas

¿Piensa en cuántas batallas (discusiones) enfrentas a diario con los que te rodean, pero que en la realidad son batallas internas?

En el libro de los Hechos capitulo ocho, narra cómo Saulo creyó haber ganado una batalla, pero en realidad la había perdido. Aunque lo supo después.

Lo mismo nos pasa a muchos de nosotros. Creemos haber ganado discusiones en las que después nos damos cuenta de que lo que hicimos fue perder. Perdemos confianza, amistad, oportunidades, influencia, paz. Perdemos más cosas que a lo largo la victoria nos dio.

Pablo sabía de guerras y de batallas en las que aprendió que, algunas victorias vienen después del silencio, al callar la respuesta que desataría una confrontación por la razón y no por la verdad.

El consejo a Timoteo entonces es: «Recuérdales esto, y exhórtalos ante el Señor a no contender acerca de palabras, que para nada aprovecha y que sólo lleva a la perdición de los que escuchan.» 2Timiteo 2 :14 (RVC)

La unidad del cuerpo depende en parte de coyunturas que sean capaces de amortiguar el golpe, flexionar y resistir, pensando en el propósito más que en la razón. «De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.» Efesios 4:16

No existe la vida sin conflicto, pero lo sabio es saber cuáles debo enfrentar, y cuáles debo dejar pasar. Quiero mejorar en esto y recibir de Dios la claridad para diferenciar unos de otros. Bajar el nivel de conflicto a lo necesario en función del propósito, no a la cantidad de peleas ganadas. No sirve de nada llegar al final de la escalera y darme cuenta de que la había puesto en la pared equivocada, ¿verdad?

Punto de acciòn:

Hoy es un buen día para escuchar antes de contestar, y pensar: ¿vale la pena ganar esta pelea? Porque si el ganar no trae nada muy relevante, seguro que acabaremos de perder algo más importante que tener razón.