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Mar08

Una mujer hermosa

Mes // Marzo

Una mujer hermosa
«Ella también ganó el favor del rey: "Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres", y él la hizo su reina.»
► Ester 2:17 (RVR60)

De manera contraria a como el mundo, la cultura y la sociedad ve a una mujer hermosa, la verdadera belleza y gracia de una mujer no se encuentra solo en su apariencia externa. Así lo hacen creer los medios publicitarios y el consumismo, pero cuando las mujeres pueden encontrarse con su verdadero valor según el Creador: «más que piedras preciosas» (Pr 31:10), el valor de la belleza cambia radicalmente.

La belleza que impacta es la que fluye de un interior lleno de seguridad y confianza en quién le amo primero: Dios mismo (1 Juan 4:19), le creó, le formó, le dio nombre y como si fuera poco le dio plan y propósito para ser feliz (Juan 10:10 b). Allí es donde está la belleza real, la que sale de un corazón que disfruta el no ser determinada por estereotipos que le roban su originalidad, su particularidad, la gracia de ser única e irrepetible.

Una mujer que entrega su vida a Jesús como Señor y Salvador y le permite controlar cada detalle de la vida a través del Santo Espíritu, y Él, cada día, le embellece más el interior dándole la belleza de Dios en su corazón, lo reflejará externamente y tendrá una belleza natural que agrada a Dios y a los hombres.

Este fue el caso de la reina Ester que además de ser de «hermosa figura y de buen parecer» (Ester 2:7), tuvo obediencia y sumisión a los consejos de los sabios y guías para calificar en el proceso como reina, dado que no era apta en sus características culturales para ganar el favor del rey, le permitió verse bastante atractiva en toda su esencia, y a medida que la historia se desarrolla podemos ver de manera evidente como Dios obró y llegó a ser la reina porque «obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano», una señal que representaba que aceptaba su presencia… y él le preguntó a Ester qué le gustaría, «aunque sea la mitad del reino» (Ester 5:2 y 6).

Es fácil comprender que la belleza interna agrada y cautiva porque la presencia de Dios cambia, resalta, irradia lo que en realidad es belleza: aceptación de sí misma, valía de sí misma, importancia ante los demás, no por ella sino por la obra de Dios en ella, a quien ha rendido todo su ser.

«Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada» (Proverbios 31:30)


Punto acción:

Puedes orar al Señor ahora mismo, pidiéndole que permita que Su belleza se refleje desde el interior que Él ocupa y llena para que en el exterior pueda ser evidente una vida santa y agradable a ti.

Piedad Mesa
Lectura bíblica necesaria: Ester 1 (RVR60)