Abr22
Administradores, no gobernantes
Mes // Abril 2024

► Colosenses 1:10
La vida del cristiano debe ser contracultural, es decir, tan coherente con la Palabra del Señor que el mundo nos considere locos. Al menos, la vida del cristiano que ha comprendido verdaderamente que vive la vida de Cristo a través de la suya.
Comienzo esta reflexión con lo anterior porque, no obstante, quienes vivimos al Señor a veces abrazamos algunas contradicciones en medio de nuestra cotidianidad, y esto por diversas causas que no mencionaré, pero nos sucede. Por ejemplo, estamos dispuestos a rechazar el aborto (obviamente), pero consideramos intrascendente nuestro comportamiento frente a la necesidad de separar residuos para que estos sean mejor aprovechados. Se preguntarán ¿por qué una tendría que estar relacionada con la otra? Bueno, porque vivir la vida de Cristo a través de la nuestra es amar lo que el Señor ama, desear lo que Él desea y hacer lo que nos ha llamado a hacer. ¿Por qué entonces podríamos considerar más importante defender la vida que aportar al cuidado de nuestro planeta? Aunque cabe anotar que un asunto parece más defendible que el otro, ambos apuntan a lo escrito arriba; en otras palabras, los cristianos también defendemos lo que Él defiende.
Esta reflexión se enmarca dentro de la celebración del Día de la Tierra, sin embargo, aplica para cada día de nuestra existencia. No solo hoy porque conmemoramos esta fecha, sino cada día de nuestras vidas, tenemos que estar dispuestos a vivir como sus administradores, mayordomos y siervos fieles, porque es lo que el Señor nos ha llamado a ser.
Génesis 1 y 2 nos habla de cómo hemos sido delegados administradores de la creación del Señor y, así como las vidas humanas son parte de su creación, el planeta que habitamos y todo lo que en él hay también lo son.
El dominio o la autoridad que Dios nos ha otorgado sobre su creación jamás ha pretendido justificar nuestro abuso del hogar en el que vivimos, por el contrario, nos hace responsables de un bien que nos ha sido dado para nuestra supervivencia “en este mundo”, y esa responsabilidad implica buen uso, supervisión y protección. Actuamos a favor de los intereses de Su propietario.
Oración:
Pidamos al Señor, como pedía David, que nuestros corazones sean escudriñados y comencemos a vivir nuestra vida sin categorías que midan la importancia moral de alguna circunstancia, porque el Señor no categoriza sus deseos ni sus mandatos.
Que el Espíritu Santo nos mueva a ejecutar acciones que no consideremos muy pequeñas sino importantes para el Señor y que promuevan el cuidado del planeta en el que vivimos, mientras Él regresa.
Que nunca nos satisfagan expresiones como: "¡Una golondrina no hace verano!", "¿En qué podría afectar mi acción si soy solo uno entre 7 mil millones?", "¡El cambio no lo produce uno solo!", "¡Nada de esto ha sido mi culpa!"; porque cada cosa que hacemos en nuestra vida diaria importa. Antes bien, que siempre estemos prestos a comprometernos con el uso correcto del agua, con implementar buenas prácticas que contribuyan a la no contaminación del aire, con gestionar sabiamente los residuos que producimos, con enseñar a otros, a nuestros niños, a nuestros jóvenes, que hacemos lo que hacemos por la convicción de estar agradando a nuestro amado Dios “en todo”.
Bendiciones.
Autor: Angelica Ramirez

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Carlos Vergara Cenfol Cartagena
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