Conquistas

Cuentan algunas de las historias del conquistador de México, Hernán Cortés, que luego de llegar a tierra firme realizó una desconcertante maniobra, la cual sus acompañantes de tripulación nunca pudieron olvidar, “Quemar los barcos”.

Sin duda queremos lograr ser reconocidos y/o recordados socialmente porque alguna vez nos arriesgamos a tomar decisiones de dimensiones mayores a las que normal se toman y se logran; y eso está muy bien; pero quizás una de las mayores conquistas que todo creyente debería nunca desestimar es la de su interior:

«Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.» Proverbios 16:32 (RVR60)

Hay cosas en nuestras vidas que están atadas en el pasado y que no nos dejan ir hacia nuevas conquistas, viejas grutas de la mente y del corazón que nos dicen que regresemos a lugares que ya deberíamos haber abandonado y nunca regresar: La amargura, el resentimiento, la adicción, la mentira…

¿Cómo conquistar tu interior?

Este proverbio nos da una interesante y sencilla respuesta, necesitas alguien que te dirija, de lo contrario nos advierte las consecuencias. «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.» Proverbios 25:28 (RVR60)

Punto de acción

La rienda es un instrumento que ayuda a dirigir al caballo a llegar a donde debe ir. Nosotros hemos sido equipados con el Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad y toda justicia, entrégale voluntariamente tus riendas y él quemará todos los barcos que sean necesarios para que seas un conquistador de tu interior.

«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.» 2 Timoteo 1:7 (RVR1960)