16 Enero 2021
Enfocados
► Hebreos 12:1-2 (NVI)
“Cuentan que un rey muy rico, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Así que el súbdito preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré.
Al término del paseo, el rey le preguntó: ¿Qué piensas de mis riquezas? La persona respondió: No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara.
El rey le dijo: Ese es mi secreto. Estoy tan concentrado tratando de mantener mi llama interior, que no me deslumbran las riquezas de fuera”.
Poner los ojos en Jesús es buscar primeramente el reino de Dios y todo lo justo y bueno que hay en él, y Dios nos bendecirá con todas las cosas (Mateo 6:33). Poner los ojos en Jesús es una atención no dividida, es alejar la mirada de todas las distracciones, con el propósito de contemplarlo solo a Él; es decir, no quitar la mirada de Jesús para colocarla en otro lado.
Punto de acción:
Que nuestro corazón y nuestra mente estén siempre enfocados en Cristo, practicando la palabra de las Escrituras. Siendo obedientes a sus principios y no dejarnos llevar por las normas que no provienen de Dios.
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Carolina jimenez
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