¡Está en ti!

Una vida de victoria, de gozo, paz y amor radica en la relación que llevamos con Dios, es decir, de acuerdo a como esté nuestra relación con Dios, asimismo va a ir nuestra relación con nosotros mismos y los demás.

Cuántas veces queremos que cosas a nuestro alrededor cambien, pero nosotros no profundizamos nuestra relación con Dios y en vano es quejarnos, excusarnos y tener tantos argumentos si en realidad no le dedicamos tiempo de calidad a nuestra intimidad con Dios.

Hubo un hombre el cual entendió que no había nada mejor que vivir entregado a la presencia de Dios, ese fue David. Muchas veces vivimos entregados a preocupaciones, aflicciones, depresiones, afanes y cosas terrenales….

¿Qué ha tenido más poder que la presencia de Dios en tu vida?

¿Qué ha tenido más importancia en ti: las cosas terrenales o la presencia de Dios?

Este hombre dijo: «Jehová, la habitación de tu casa he amado, Y el lugar de la morada de tu gloria».
Salmos 26:8

Hoy Dios vive en aquel que le ha abierto la puerta de su vida a Jesucristo; la recámara del Dios Tres veces Santo es nuestro hombre interior, ya que allí es donde vive el Espíritu de Dios, pero muchos viven de aquí para allá buscando la gloria de Dios, detrás de evangelistas, profetas y gente a su alrededor sin darse cuenta que dentro de ellos habita la plenitud de Dios por el poder de Jesucristo por medio del Espíritu de Dios.

Punto de acción:

Tú eres la morada de Su gloria. Y si Su gloria habita dentro de ti, ¿Por qué vives de derrota en derrota? ¿triste? ¿amargado? ¿en depresión?

Es tiempo de que te sacudas y entiendas que Su Gloria está dentro de ti y que eres portador de ella.

Si viviéramos conscientes de que Dios no habita en una estructura hecha por hombres, o en un edificio, sino en nosotros mismos, caminaríamos con la frente en alto desbordando por todos lados la Gloria de Dios.

«El Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes. Y, así como Dios levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes.»