¿Estás ansioso?

Cuando David compuso el Salmo 55, su mente estaba agitada por las situaciones con las que hoy también luchamos:

«La maldad y las intrigas rondan
por sus muros a toda hora.
Hay demasiado crimen e injusticia en las calles;
la gente miente y engaña en todos lados.» (V. 10-11).

Experimentaba la angustia de ser traicionado (vv. 12-14).

«No es un enemigo el que me insulta,... Eres tú, mi igual, mi compañero y mi mejor amigo.»

Anhelaba irse y escapar a un lugar tranquilo (vv. 4-8).

«Si tuviera alas, volaría muy lejos y buscaría un lugar donde descansar. Me iría lejos, muy lejos de aquí, me quedaría a vivir en el desierto.»
La dolorosa ansiedad de David reflejan las nuestras, su receta para aliviarla, igualmente para nosotros puede ser esta; Él escribió:

«Pero yo rogaré a gritos la ayuda de Dios, y el Señor me salvará. [...] Él me rescatará sano y salvo de la batalla que muchos libran en mi contra.» (V. 16-18)
El resultado del actuar del Señor en tu vida es:

«Confía al Señor todas tus preocupaciones, porque él cuidará de ti; él nunca permitirá que el justo quede derribado para siempre.» (v.22)
La ansiedad es una carga que se supone no debemos llevar. En cambio, debemos entregarle nuestras preocupaciones a Cristo, porque Él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7; ver también Filipenses 4:6,7).

Punto de acción:

Si hoy tu corazón pesa mucho, el Señor está listo para llevar todas las cargas que le entregues.

Te invita a echar sobre Él, las preocupaciones, las angustias, el peso que tenemos encima, el lo toma y te hace sentir descansado.