Expectativas sobre Dios

Los judíos ya tenían creada una imagen y unas expectativas muy claras acerca de de cómo sería el mesías: Esperaban un poderoso hombre de guerra que iniciara una gran revuelta que los liberara del dominio romano. Cuando los judíos hablaban de un Mesías, esperaban por alguien consagrado con un poder especial, un libertador y padre del pueblo, un verdadero gobernante que garantice la paz en la tierra, por fin serían liberados de los enemigos e invasores. Pero llega Jesús y es todo lo contrario: de origen humilde, hablando de perdón, de amar al enemigo, y juntándose con pecadores; y eso no cabía en sus expectativas.

Cuando nos hacemos expectativas sobre algo o alguien, y nos aferramos a ellas, tratamos de forzar ese algo o ese alguien para que se ajuste a nuestras ideas preconcebidas; Pero la realidad no es algo que podamos moldear para hacerla lo que queremos que sea, y eso nos coloca entre dos opciones: hacernos los ciegos para no ver esa realidad, o aceptar la realidad tal cual es, dejando de lado nuestras falsas expectativas.

El señor Jesucristo les había dicho en varias oportunidades que él era el mesías prometido, pero sus propios conceptos les impedían verlo como su mesías.

Es triste ver que, en su afán de no aceptar a Jesucristo como está en la Biblia, muchos hombres y mujeres gastan sus vidas detrás de personas débiles e ideales falsos que no pueden ofrecer esperanza alguna a sus seguidores.

Punto de acción

Sólo Jesús fue capaz de impartir sus transformadoras enseñanzas respaldando su doctrina con sus hechos y su vida, simplemente porque Él es Dios mismo, la luz que disipa toda duda y hace andar como de día al que andaba en ceguera espiritual.

¿Llena el Jesucristo Bíblico tus expectativas? o ¿Esperas a otro?
Si llena tus expectativas, entonces síguelo y obedécelo.