Milagros y algo más

Cuan importantes son los milagros para comprender que el poder de Dios sigue actuando en nuestros dias, pero cuidado, las manifestaciones sobrenaturales de su amor, son solo señales y no la meta, ellas no son el objetivo correcto a seguir.

Si tu deseo al buscar a Dios es que puedas tener experiencias de ese tipo, podrías estar escalando hacia la cima incorrecta, ¿Por qué? Si comparas la vida, reacciones y resultados de los diez leprosos después del milagro (Lucas 17), con el proceso de crecimiento de los discípulos de Jesús encontraras algunas diferencias.

Sin duda el milagro de los leprosos fue sobresaliente en aquella época, lo inimaginable se hizo imaginable, la rapidez, la sensación de bienestar inmediata, la alegría de la sanidad fue verdad, pero lamentablemente acompañada de una gran taza de ingratitud, solo uno de los diez leproso regresó a dar gracias, a este, por la gracia de Dios, su vida le fue totalmente transformada; algo muy diferente paso con los doce discípulos, los cuales en su historia de fe experimentaron lo que realmente es identificarse con Jesús y dar la vida por Él, el resultado de la obra dio sus frutos, solamente uno de los doce se perdió.

Por eso nos podemos preguntar tú y yo, ¿qué buscamos, un milagro o vivir el proceso?

Si es un milagro, más vale que te asegures que te llevará por el camino correcto, si es el proceso, entonces aguarda con paciencia y fe activa lo que Dios ha de hacer; este es el camino más largo, pero no hay atajos, es el correcto.

Punto de acción

Cuando oramos al Señor parece que muy en el fondo, la forma que siempre esperamos que Él actué sea con milagros, queremos salir de la deuda sin un compromiso de pago, queremos ser sanos sin comprometernos a tener buenos hábitos, deseamos que el cónyuge cambie por arte de “magia” y no comprometernos a acompañarlo para que derribe sus temores u obstáculos, queremos que Dios nos hable sin abrir la biblia diariamente, etc…

Sin duda a Dios le gusta hacer milagros y seguro pronto lo hará, pero nada mejor que te comprometas cada día hacer su voluntad. Que tu meta sea parecerte más a Él antes que Él vuelva, ese sería realmente un completo milagro.

«Sí, amados míos, ahora somos hijos de Dios, y no podemos ni siquiera imaginarnos lo que vamos a ser después. Pero de algo estamos ciertos: que cuando él venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es. El que espera esto se purifica, como Cristo es puro.»
1 Juan 3:2-3 (NBV)


Lectura biblica necesaria: 1 Juan 3:1-10(NBV)

Yezid Garcia