Cero envidia

Una fábula cuenta que alguien fue llevado a conocer el cielo y el infierno, y observo lo siguiente:
"En ambos había muchas mesas con vasos, cubiertos y mucha comida sobre ellas, también mucha gente, pero todos con un defecto físico: carecían de codos; pero la diferencia era que mientras en el infierno en su afán egoísta de comer metían la cara en los platos, hacían desorden y regaban la comida, un caos total, en cambio en el cielo, a pesar de no tener codos, el uno le brindaba la comida al otro y así mutuamente."

Fue la envidia lo que llevo a Caín a quitarle la vida a su hermano, fue la envidia lo que llevó al Faraón a matar los niños y esclavizar a Israel, por envidia Jacob le arrebato la bendición a su hermano y por supuesto fue con una alta docis de envidia que los sacerdotes acordaron matar a Jesús.

Y así como en la biblia, también la historia de la humanidad está llena de terribles actos y guerras motivado por el egoísmo y la rivalidad. Por eso debemos recordar que nuestras metas han de estar orientadas por el bien al prójimo, y no por el tener más que los demás, lo cual nos lleva a compararnos con otros y buscar cómo obtener lo que quiero.

Pensar sin egoismo es difícil porque desafía el problema básico de mi vida: “Yo soy por naturaleza egoísta”, por esta razón es que la humildad es una lucha diaria, una lección que debo volver a aprender una y otra vez.

¿Hasta cuándo es suficiente para comenzar a compartir?

Punto de acción:

« ¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?» Santiago 2:14-16