Una santa conducta

La Palabra de Dios es clara en enseñarnos una y otra vez acerca de nuestra temporalidad, de lo pasajera que es nuestra vida en la tierra, por eso este pasaje nos hace un llamado de la atención al decirnos:“¡Qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad!”

Si nuestro paso ha de ser tan corto, querremos dejar un legado a quienes nos acompañaron en el peregrinaje, unos creyentes como nosotros, otros quizá no, pero para unos y otros ha de quedar el ejemplo de haber sido unas personas a las que lo que más nos importó en la vida fue “¡Andar en santa conducta y en piedad!”.

Entendemos por legado, diferente a la herencia que puede ser en bienes materiales o dinero que igual serán perecederos, en cambio el legado tiene que ver con lo que dejamos a otros que permanecerá en ellos como dones del ser que pasan de generación en generación. El legado mucho más enriquecedor que la herencia.

Analicemos los dos términos claves del pasaje del apóstol Pedro:

- Santa: Sin pecado. ¿Cómo es que podremos ser santos, como Él es santo? Solo con Su presencia y actuar en nosotros, podremos tener la esencia de Su santidad. El deseo de vivir una vida santa proviene de conocer el carácter de Dios, porque solo Él lo es y por eso Él podrá examinar, el día en que nos presentemos delante de Su trono, tanto nuestro interior como nuestra conducta exterior, así que nuestra conducta tiene repercusiones eternas.

- Piedad: Usaré una definición muy coloquial pero llena de vida espiritual: Piedad significa gusto por las cosas de Dios. Nuestra conducta debe estar adornada en la ejecución de nuestras acciones y comportamientos con el gusto por hacer las cosas para Dios, como Él las haría, de manera que a través de ella la gente vea cómo y quién es Dios.

En vista de los hechos que acontecen en este tiempo, de los que llamamos últimos tiempos y hablamos de que esta pronto el momento en que se cumplan las profecías y las cosas serán desechas, deberíamos andar teniendo una conducta santa y piedad.

Una forma práctica podría ser el vivir buscando primeramente el reino de Dios y Su justicia, es decir hacer la voluntad de Dios permanentemente y encontrando el cómo agradarle siempre.

Punto de acción:

Hoy mismo puedes orar de esta manera “Dios mío, permite que a través de este conocimiento yo pueda crecer en ser la clase de persona que exhiba una conducta santa y piadosa para con los de afuera, sean creyente o no. Gracias por darme la piedad necesaria, “el gusto por tus cosas” apropiado para que siempre mi comportamiento hable de ello, de mi deseo de agradarte”. Amén.