Limpia tu casa

El contexto en el que se desarrolla este versículo resulta difícil de comprender hoy en día, especialmente cuando se menciona la lepra en las casas. Sin embargo, hoy quiero invitarte a que le pidas al Espíritu Santo que te brinde una nueva visión llena de esperanza para descubrir los tesoros escondidos en este pasaje.

Generalmente, trabajamos diariamente para que nuestro hogar se vea lindo, huela bien, esté limpio y ordenado; de igual manera, cuidamos nuestro cuerpo haciendo ejercicio y comiendo saludablemente para vernos bien.

El pasaje de hoy nos alerta sobre manchas en las paredes de nuestra casa; el Señor nos invita a llevar nuestra "casa-corazón" a su presencia. Me encanta porque no sugiere que llevemos el corazón de otra persona, ni que otro lleve nuestro corazón; no, la responsabilidad recae en el dueño de la casa.

En Lucas 5:37 se nos dice: «Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán.» Lucas 5:37. Es crucial reconocer que nuestro corazón necesita ayuda, ser limpiado para ser llenado del Espíritu Santo, pero es importante hacerlo en el lugar y la forma correcta, llevando nuestro corazón a la presencia de Dios.

En el Antiguo Testamento, el sacerdote era quien examinaba la casa. Hoy, nosotros tenemos un sumo sacerdote, Jesucristo, que examina nuestro corazón, perdona nuestros pecados y corrige nuestro camino.

«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.» Hebreos 4:16. Me encanta pensar que hoy recibimos la gracia y el perdón de Dios instantáneamente. Dios ama el corazón arrepentido que le busca sinceramente.

Levítico 14:42 habla de arrancar, echar fuera y raspar; por lo tanto, necesitamos exponer nuestro corazón delante de Dios para poder quitar, arrancar y echar fuera lo que no sirve en nuestra vida. Solo en la presencia del Señor encontramos las herramientas adecuadas para limpiar nuestra casa. El amor perfecto del Señor es el ingrediente perfecto para sanar tu corazón.

Punto de acción:

Aunque a veces no es fácil reconocer que necesitamos limpiar nuestro corazón de orgullo, soberbia o idolatrías, te invito a que vayamos cada día a la presencia de Dios y experimentemos el amor redentor de Jesús, que es maravilloso. Deja que sea el Señor quien sane, perdone y restaure tu corazón. Recuerda que Él es nuestra Roca Eterna.

«Acérquense a él, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios.» 1 Pedro 2:4.