«El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si observa cada nube, nunca cosecha. Así como no puedes comprender el camino del viento ni el misterio de cómo se forma un bebé en el vientre de su madre, tampoco puedes entender las obras de Dios, quien hace todas las cosas. Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no detengas tu mano, porque no sabes qué sembrará éxito, si esto o aquello, o si ambos serán igualmente buenos.»
∆ Eclesiastés 11:4-6