¿Cómo te ves?

¿Por qué nos miramos en el espejo? ¿Para qué sirven los espejos?

Usamos los espejos para vernos a nosotros mismos tal como somos; queremos vernos para saber cómo arreglarnos. El espejo puede estar en perfectas condiciones, pero si tenemos problemas para observar o percibir, no le daremos buen uso.

¿Tiene sentido mirarse al espejo si no queremos arreglarnos?

Santiago compara la Palabra de Dios con un espejo. Es una herramienta provista por Dios para que sepamos quiénes somos y cómo estamos. Pero no muestra una imagen externa; muestra una imagen interna.

Es un espejo perfecto y da una imagen nítida.

El reflejo que vemos de nosotros en las Escrituras es absolutamente honesto y fiel. La mejor forma de hacerlo es mirar atentamente y con perseverancia, sin embargo, no todos actúan consecuentemente con la imagen que observan. Lo crucial es saber qué hacemos con esa información.

Lo que uno ve en el espejo debe llevarnos a hacer algo: lavarse el rostro, peinarse o afeitarse.

Al observar el pasaje, notas que el contraste no es entre alguien que se mira en el espejo y otro que no, sino entre dos personas que miran el mismo espejo, pero uno actúa al respecto y el otro no.

De nada nos sirve oír la palabra de Dios si no hacemos nada; nos engañamos a nosotros mismos. En cambio, cuando la palabra nos examina, cuando meditamos en ella y obedecemos sus instrucciones, el Señor Jesús nos libera de todo aquello que nos impide parecernos cada día más a Él.

Ya no te confundas más con el espejo; la Biblia es el verdadero espejo que permite vernos como Dios nos ve. Debemos anhelar que nuestro encuentro con Dios en las Escrituras nos haga más semejantes a nuestro Señor Jesucristo, la perfecta imagen.

Punto de acción

Trata de recordar el pasaje de hoy y recuérdalo cada vez que leas o escuches las Escrituras. El resultado de prestar atención a la voz de Dios y ponerla en práctica es que tu carácter será formado correctamente y ¡recibirás bendición!

Lectura bíblica necesaria: Santiago 1