Orar sin cesar

Cuando Jesús hablaba con Sus discípulos acerca de la necesidad de orar y no desmayar (Lucas 18:1), estaba dando una instrucción que tenía que ver con lo que significa la oración en la vida del creyente. Todas las actividades humanas pueden tener momentos, épocas de descanso o inactividad, pero jamás la oración.

Es el tiempo de nuestro encuentro maravilloso con Papá Dios… quizá todos pensamos que es el tiempo de pedir, canjear soluciones, exponer causas y cargas… pero se nos olvida que es algo más que eso, es el momento de amores, y por eso debemos entender que la porción bíblica a la que nos referimos nos habla del tiempo y horarios de manera especial, porque cuando sabemos por la Escritura que debemos orar en todo tiempo, tenemos:

• - Amanecer: Pensar en el Señor como nuestro amor y ser más importante, podríamos decir desde antes de la mañana. Tan pronto despertamos y nos levantamos darle el primer pensamiento a Él.
• - Mañana: El primer momento del día será para bendecir al Señor, demostrándole que es lo primero en nuestra mente y en nuestro corazón, y que la mejor manera de comenzar nuestro día es con Él.
• - Tarde: Al mediodía, podemos apartarnos, suspender nuestras actividades, hacer un paréntesis en el quehacer normal y dedicar tiempo para dar gracias por el principio del día y terminar con Su dirección y bendición.
• - Noche: Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, se ha estimulado desde la Palabra de Dios las “vigilias de la noche”, Jesús mismo nos dio ejemplo de extender las labores del día con la oración en la noche.
• - Medianoche: Entre la 3ª y la 4ª vigilia (3 - 6 a.m.) tenemos la oportunidad de buscar al Señor, Su dirección para el día que está a punto de comenzar. La vigilia ocupó un lugar importante también en el ministerio del apóstol Pablo, declarando que es un instrumento poderoso para conocer la voluntad de Dios y crecer espiritualmente.

El rey David sabía que en cada prueba que necesitemos al Señor, tenemos por seguro que nos oirá, pero como la oración es un tiempo de comunión con Papá Dios, jamás nos culpará por no haber venido con demasiada frecuencia… siempre somos bienvenidos… pero, qué felicidad cuando la intimidad y aún la respuesta es el preciado tesoro que el Padre da a su hijo por la importancia y el amor que le demuestra.

A veces hay muchas cosas en nuestra contra y nos desgastamos pensándolas, solucionándolas, tratando de arreglarlas, y cuánto nos demoramos para comprender que estando con Él, en lo íntimo de Su presencia… todo tiene solución. La invitación del Señor Jesús cuando hablaba de Su relación con el Padre es a no perdérnosla.

Punto de acción

Declara al Señor esta verdad aprendida para ponerla en práctica buscando el rostro de nuestro Padre, de mañana, tarde y noche, amanecer y medianoche, y así llegar a experimentar Su cuidado y amor.