Ago26
Y cubierto su pecado
Mes // Agosto 2024
► Salmo 32:1
Hablar del pecado es hablar precisamente del tema que un día en el jardín del Edén, a través de nuestros primeros padres, Adán y Eva, nos separó de Dios. Pero también hablar del pecado es recordar la primera promesa dada en la Escritura en Génesis 3:15:
«Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar.»
A causa del pecado quedó prometido un Salvador (Jesucristo) y una obra particular (la salvación para la humanidad). Con la venida de Jesús a morir por todos los pecados de la humanidad, vemos que el tema del pecado ya no nos separa de nuestro buen Dios; nos entendemos, hablamos el mismo idioma: Él lo abomina y nosotros somos pecadores y cometemos pecado, y sin embargo, el tema nos acerca. Él no lo quiere, y para nosotros es inevitable. Por eso Dios mismo trae la respuesta:
«Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado.»
Él ofrece la solución completa:
- - Perdón: Quita la culpa y remite el castigo. Solo lo hace la sangre de Cristo. Su sangre gratuita es el mérito, el pago, el precio, ya que «sin sangre no hay remisión de pecados» (Hebreos 9:22).
- - Esto conlleva una condición y una bendición, a saber: la condición es el arrepentimiento, no porque por ello sea merecido el perdón, sino que Jesús debe enjugar las lágrimas de nuestro dolor al reconocer: ¡Pequé, Señor! Y la bendición es el olvido de Dios a nuestros pecados: «No me acordaré más de la maldad de ellos» (Miqueas 7:19). Él lo hace de manera total, para siempre; nunca nos los recordará. No serán como un corcho en el mar que flota y vuelve a la superficie; Jesús los hará como un plomo que se hunde y nunca más sale a flotar, quedan en el fondo para siempre.
- - Cubierto: En el Antiguo Testamento, el Arca del Pacto, cubierta de oro, llamada Propiciatorio, cubría las tablas de la ley que estaban dentro de ella. Así cubre Dios nuestras faltas a Su ley. En aquel tiempo, por la sangre derramada del sacrificio; ahora, por la Sangre de Cristo derramada para el perdón de nuestros pecados.
Punto de acción
La sangre de Cristo, el regalo de Dios Padre como cumplimiento a Su promesa de libertad del pecado, de la naturaleza pecaminosa y de la esclavitud satánica, es la única que puede hoy “dejar cubierto tu pecado”. Ora, recibiéndolo y dándole gracias por ello.
Autor
María Piedad Mesa
Escritora de:
Busca Amar a Dios y Ser Ejemplo
Bendito el Fruto de tu Vientre
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