Sep04
Solo Él es Dios
Mes // Septiembre 2024
A través de la palabra de Dios, recibimos una invitación precisa sobre lo que debemos hacer cuando reconocemos de corazón que solo él es Dios.
Adorar a Dios no es solo una disciplina espiritual, sino sobre todo un privilegio: un reconocimiento de que Dios es digno de ser adorado. Solo él es Dios, y este ejercicio nos ayuda a crecer en la gracia y el conocimiento de él. La adoración ensancha nuestra mente, emociones y voluntad.
Nuestra adoración a Dios debe ser sincera, respetuosa y gozosa, con la familiaridad de un hijo ante su padre, pero con la reverencia de una criatura ante su creador. La postura no lo es todo, pero tiene importancia (es significativo que un corazón que adora muestre su reverencia doblando el cuerpo y la rodilla, indicando que no nos consideramos nada ante su gloriosa presencia). La adoración debe ser humilde, acompañada de sumisa reverencia.
Una concepción adecuada y correcta de Dios implica una disposición para adorarle, una invitación y exhortación mutua a venir, postrarnos, humillarnos y adorar. También implica una profunda reverencia en la adoración, con un sentimiento sobrecogedor por la maravilla de estar en su presencia.
Un maravilloso ejemplo bíblico se encuentra en Isaías 6:1-7. Isaías vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, vio a los serafines que rodeaban el trono y escuchó que decían: «santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» . Experimentó cómo los quicios de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Isaías reconoció su condición pecaminosa y la expresó en medio de la adoración, por lo cual recibió materialmente el perdón; escuchó que se le dijo: «he aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado» .
Conocer, a la luz de las escrituras, la razón de nuestra adoración como disciplina espiritual que desafortunadamente, a veces es mecánica y no comprendemos plenamente, renovarnos en ello y ejercitarnos en su práctica, nos traerá bendición a todas las áreas de nuestra vida.
La adoración nos permite ver a nuestro Dios, nos eleva a su nivel santo; podemos escuchar y experimentar la realidad de la adoración celestial y, como si fuera poco, seremos limpiados de pecado y maldad.
Punto de acción
Toma hoy la sabia decisión de iniciar o renovar tu adoración, más que como disciplina, como una experiencia enamoradora, reveladora e inspiradora.
Autor
María Piedad Mesa
Escritora de:
Busca Amar a Dios y Ser Ejemplo
Bendito el Fruto de tu Vientre
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Bendito el Fruto de tu Vientre