Retenedor

Los retenedores son instrumentos utilizados en diferentes ámbitos laborales, desde la odontología, la construcción, la mecánica y hasta la contabilidad. Estos elementos tienen como principal objetivo conservar algo o evitar fugas. Por ejemplo, en los vehículos los retenedores son fundamentales en el motor para evitar que el aceite se derrame a pesar de la alta presión, o en odontología, para que los dientes se mantengan en su lugar y recuerden su nueva ubicación.

Ahora, en cuanto a la fe cristiana, los retenedores son aquellas personas que, como la tierra descrita en Lucas 8:15, conservan la palabra de Dios en sus corazones y a los cuales se les denomina: “tierra fértil”. Son aquellos corazones que prestan atención al mensaje y con disposición lo acogen, es decir, lo retienen hasta que dan fruto. Si no fuese así, serían como un retenedor dañado en un auto, se perdería todo el aceite.

La palabra de Dios está llena de amor y verdad, llena de sabiduría y justicia. Si la llevamos constantemente en nuestros corazones, tales virtudes se reflejarán en nuestras relaciones y darán fruto en las circunstancias que sean necesarias.

Por desgracia, el pasaje de hoy nos indica que es más alto el porcentaje de personas (75%) que no atesoran la palabra, contra un 25% que sí. Y es ahí donde está el mayor valor del retenedor, pues al estar bombardeados con tanta publicidad, información digital, videos pegajosos, novelas o series, ¿cómo podrás retener o recordar el pasaje que hoy estudiamos?

Debemos evitar:

1. Que la obra de Satanás (dudas, mentiras) robe Su palabra.
2. Creer que la palabra es superficial y no profundizar en ella.
3. El afán de tenerlo todo aún a costa de tu propia alma.

«¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?» Mateo 16:26 NVI.

Punto de acción

Se requiere más que buenos deseos para llegar a ser un “retenedor” y ver los frutos del poder de Su palabra en la vida. Se necesita ser sincero, tener un deseo honesto de aprender y conocerle; limpiar tu corazón, no contaminar tu mente y, con la disciplina que requiere toda buena obra, entonces simplemente sucederá que llevarás fruto, mucho fruto, y seremos verdaderamente sus discípulos.

«Y las semillas que cayeron en la buena tierra representan a las personas sinceras, de buen corazón, que oyen la palabra de Dios, se aferran a ella y con paciencia producen una cosecha enorme.» Lucas 8:15 (NVI)