Honor y gloria de Dios para los suyos

El Señor nuestro Dios tiene promesa de honores para Sus fieles, Sus santos, ya que compartimos con Él Su sufrimiento y Su victoria. Somos Su familia de la gracia. Él ha dispuesto honrarnos aquí en la tierra y glorificarnos en la eternidad, sin excepción alguna y esto se convierte en el argumento de más peso para que cada uno de nosotros levante alabanza y glorificación a Su santo nombre.

Los honores y glorias terrenales son endebles y míseros, pero la gloria de Dios, la gloria con que honra a Sus fieles, a Sus santos en Su dulce y santa presencia, así nos mira y abraza permanentemente para decirnos que todo ha estado y estará muy bien, ahí podemos contemplarlo y disfrutarlo. Su presencia es el clímax de todas las gloria y honores que hombre alguno hubiera podido desear o esperar y solo viene de Él. Él la da a Sus fieles y santos porque « en Su presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre » Salmo 16:11

El honor de Su presencia llena nuestra vida y se proyecta hasta la eternidad, algunos de Sus fieles y santos en esperanza (lo tendremos), pero otros de hecho (ya lo recibieron) pero a todos sin excepción dado en promesa y por recompensa, razón por la cual quizás muchos de los cercanos en vida y esquivos a tan hermosa verdad, dirán como aquel centurión lo exclamó de Jesús al borde de la cruz: « Verdaderamente este era Hijo de Dios » (Mateo 27:54).

No será este honor para usurpadores de fidelidad, ni hipócritas, porque no pueden ser calificados de santos. Ellos vilipendian, condenan, maldicen, se burlan, persiguen a quienes son fieles y santos siervos de Dios recibirán su más importante “honor” en la imitación del ejemplo de Jesús.

Plan de acción:

Verdaderos fieles, verdaderos santos a la espera de recibir el honor prometido por el Padre al estar a Su servicio: Disfruta Su presencia, disfrútalo en Su presencia… Disfruta Su abrazo, Su mirada, Su cuidado, no hay mayor honor en la tierra o en el cielo.